HOMENAJE A «ELLAS»: Las Mujeres de la Gloriosa

diciembre 31, 2016 / Comentarios desactivados en HOMENAJE A «ELLAS»: Las Mujeres de la Gloriosa

Especiales

getafe14Quiero dedicar mis palabras a las Mujeres (nuestras madres, abuelas, algunas ya bisabuelas), a todas aquella mujeres valerosas que, como mi madre, se encontraron solas y con niños pequeños al término de la más dramática de las guerras que han sacudido este país que es España. Se encontraron solas porque sus maridos, sus compañeros, los padres de sus hijos o habían muerto o estaban en el frente o estaban en la cárcel condenados por el consabido delito de “apoyo a la rebelión”. ¡Qué sarcasmo!

Nuestras madres, tuvieron que luchar esforzadamente para sacar adelante a sus hijos, niños mal alimentados y enfermizos de la larga posguerra.
El Régimen victorioso del 1 de abril de 1939, que mantuvo la trágica división de las dos Españas, ¡durante 40 años! hasta la muerte del dictador, no fue nada generoso con los vencidos en ningún momento, pero fue especialmente duro e injusto en la terrible década de los 40. Anuló por decreto los matrimonios civiles celebrados dentro de las leyes legales de la República, con lo que muchas parejas se vieron obligadas a volverse a casar, esta vez por la iglesia. Pero ¿Cómo podían volver a casarse aquellas mujeres cuyos maridos ya habían muerto? Quedaron en una extraña situación legal: ni solteras, ni casadas, ni viudas y, por supuesto, sin ningún tipo de derechos. Y esa extraña situación se mantuvo durante los cuarenta oscuros años del franquismo. Es cierto que el Estado concedió un pequeñísimo subsidio para los huérfanos: a las mujeres las dejó totalmente desamparadas. La mayor parte de esas mujeres eran muy jóvenes, sin estudios y sin preparación profesional. Tuvieron que colocarse de asistentas: fregar suelos, limpiar escaleras, mal pagadas, soportando la explotación y la humillación de los vencidos ante los vencedores… Porque además, aquel Régimen injusto invalidó el dinero legal de la República, de modo que de un día para otro se encontraron con que no tenían nada, ¡NADA! Yo no sé como se educarían esos niños, de mí puedo decir que de puertas para dentro, en mi casa, se me hablaba mucho de mi padre: quien era, como era (solo tenía 4 meses cuando él murió) mi madre me enseñaba el álbum de fotos una y otra vez, y me enseñaba a quererle… pero a continuación venían las advertencias: “No hables de esto con nadie fuera de casa!” Y es que había miedo, mucho miedo.

Al llegar aquí me doy cuenta de que sólo hablo de la situación dentro del país. Pero el drama de los vencidos traspasó las fronteras: riadas de hombres, mujeres y niños marcharon al exilio, es lo que en Literatura se llama “La España peregrina”. ¡El exilio! Palabra terrible. No es un viaje voluntario, libremente decidido, no ; es una separación obligada y desgarradora de tu tierra, de tu casa, de los tuyos… El dolor del exilio aparece en muchos de los poetas de 1927, que también se vieron forzados a salir de España al final de la guerra. Así lo expresa Luís Cernuda:

“Ellos, los vencedores,

caínes sempiternos,

de todo me arrancaron

me dejan el destierro.

***

Amargos son los días

de la vida viviendo

sólo una larga espera,

a fuerza de recuerdos”

Las mujeres del exilio, al menos, no estaban solas: compartieron con sus hombres, desde el primer día, la tarea de la lucha diaria, pero eso no quiere decir que su vida fuese fácil. En tierras extrañas, sin conocer a nadie, con dinero escaso o nulo… tendrían que hacer un gran esfuerzo para adaptarse a nuevas costumbres, nuevas condiciones de vida y, en muchos casos, un nuevo idioma (francés, ruso…). ¿Podemos imaginarnos cómo seria su vida en un primer momento, por qué desfallecimientos pasaron? Cuánto tendrían que luchar hasta conseguir integrarse socialmente en sus países de acogida. Algunas no tuvieron la barrera del idioma: tras pasar un tiempo penoso en los campos del sur de Francia, arribaron con sus familias a diversos países de Hispanoamérica : Méjico, Chile, Argentina…) Partieron, pues, con la idea de que sería un viaje definitivo, de que nunca volverían a ver su tierra, la tierra de sus mayores.

Y ahora, me gustaría dedicarle a mi madre un pequeño poema de Rafael Alberti que me parece especialmente adecuado para aquella joven de 21 años que quedó viuda el 14 de septiembre de 1938, cuando el “Mosca” que pilotaba su marido cayó en el Mar Menor…

“Madre, ha muerto el caballero

del aire, que fue mi amor.

Y en el mar dicen que ha muerto

De teniente aviador

¡en el mar!”

y así lo continué yo;

“En un mar pequeño, sí,

de teniente aviador,

murió con sólo treinta años

el caballero Ramón.

Qué sola quedó la esposa

¡tan joven! Con su dolor.

¡Ay, el mar!

 

Y ya termino. A todas vosotras, Mujeres que habéis hecho posible que hoy estemos aquí, nosotros vuestros hijos y vuestros nietos queremos daros las gracias. Gracias por todo: por vuestro amor, por vuestra paciencia, por vuestro sufrimiento, por vuestra resistencia, por habernos transmitido vuestra fortaleza: Muchas Gracias.

(extracto del discurso de Josefina Castañeda el 23 abril 2005)